Presentación del libro sobre el obispo que nunca tomó posesión de su cargo

Vicente Escrivá Salvador, abogado y doctor en Humanidades (Historia Contemporánea) ha realizado una profunda investigación y publica un libro para hacer justicia a un obispo que nunca pudo tomar posesión de su mitra debido a los partidarios del republicanismo español de principios del siglo XX.

Vicente Escrivá Salvador, abogado y doctor en Humanidades (Historia Contemporánea), ha realizado una profunda investigación para hacer justicia a un obispo que nunca pudo tomar posesión de su mitra debido a los partidarios del republicanismo español de principios del siglo XX.

Una mitra humeante

Se trata del frustrado nombramiento del dominico Bernardino Nozaleda, último arzobispo de Manila bajo dominio español, como arzobispo de Valencia. «Republicanos y liberales, encendieron sus antorchas y al grito de ¡muera Maura!, ¡muera Nozaleda! enardecieron a sus huestes para que aquel prelado ni pisara tierras valencianas, ni tomara posesión de su mitra y báculo. Y lo consiguieron», explica Vicente Escrivá en la sinopsis de su libro: Una mitra humeante. Bernardino Nozaleda, arzobispo de Valencia. Casus belli para el republicanismo español (EUNSA).

Los beneficios de la venta de este libro serán donados por el autor a la Fundación CARF. El director general de la Fundación, Luis Alberto Rosales, presentó al autor de esta historia el pasado 22 de noviembre en el espacio All in One de CaixaBank en la plaza de Colón, en Madrid, con la presencia del nuncio de Su Santidad, Bernardito Auza y Cleopas, que como filipino, quiso arropar la historia del que fuera el último arzobispo español de Manila.

El desastre, de libro, del 98

No se trata de un libro religioso, ni sobre la biografía de Nozaleda. «Es un libro de temática histórico-política. En él se aborda como la instrumentalización de un nombramiento eclesiástico sirvió para intentar derribar el llamado ‘Gobierno corto’ (1903-1904) de Antonio Maura por parte de amplios sectores, tanto del Partido Liberal (Segismundo Moret, el conde de Romanones, José Canalejas…) como del republicanismo, ya fuera nacional (Miguel Morayta, Lerroux) como valenciano (Blasco Ibáñez, Rodrigo Soriano). El ‘odium contra Maura’ se canalizó a través del ‘odium’ contra Nozaleda», explica Vicente Escrivá.

Y es que, el Desastre del 98 conmocionó al país, sumiéndole en un pesimismo político, moral y cultural que marcará y dará nombre a toda una generación de intelectuales y literatos de la época. Los republicanos, a través de una prensa ‘bien armada’ caracterizada por su anticlericalismo jacobino, de movilizaciones y de mítines celebrados a lo largo y ancho de la Península, arremeterán contra el régimen constitucional y contra todo lo que éste representaba, en particular la monarquía y la Iglesia católica.

evento libro mitra humeante
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Último arzobispo de Manila

«El Desastre del 98 ni derribó al Gobierno, ni dio lugar a un proceso revolucionario (como en 1830 o 1848), ni se ejecutó al monarca, ni éste se exilió. Este desastre tenía que buscar unos culpables de aquella hecatombe que conmocionó al país. Y esos fueron los frailes, el llamado por el anticlericalismo de la época como yugo frailuno. Y Bernardino Nozaleda fue el último arzobispo español de Manila, estando presente allí cuando se rindió la plaza. Fue el perfecto chivo expiatorio», apunta el autor del libro, máster en Historia Moderna por la Universidad de Valencia.

No se ha dado en la historia contemporánea de España un caso similar: un obispo que no puede tomar posesión de su cargo por causas políticas. «Si que hubo algunas sedes vacantes por diversas circunstancias. Pero a ningún obispo se le impidió tomar posesión de su mitra, una vez consensuado su nombramiento por el Vaticano y el Gobierno de turno. Y menos con amenazas de muerte si osaba pisar suelo valenciano. De hecho, Blasco Ibáñez llegó a exhibir una pistola en el Congreso de los Diputados advirtiendo que si Nozaleda pisaba Valencia se derramaría sangre en sus calles. Esto está transcrito en el diario de sesiones y cualquiera lo puede consultar», apunta Vicente Escrivá.

Anticlericalismo de España

El autor pretende con este libro dar a conocer unos hechos que como españoles y también para los valencianos debemos saber. Además, según sus investigaciones, la masonería tuvo que ver en estos hechos. Se da la circunstancia de que, a pesar de que Filipinas es el tercer país en número de católicos, también aumenta el número de fieles en las diócesis que se apuntan a las logias masónicas, motivo por el cual, el Dicasterio para la Fe ha publicado una breve nota recordando la incompatibilidad entre el catolicismo y la masonería.

«Los masones encarnarán las primeras manifestaciones de anticlericalismo en la España liberal que le darán un carácter radical, a diferencia de la masonería de rito británico. Esto provocó que con el tiempo fuera incompatible ser republicano y católico a la vez. La masonería se convierte en una fuerza revolucionaria antimonárquica, anticristiana, antirreligiosa. Su culto al secreto, sus complejos rituales y su simbología ejercía un influjo indudable en las élites liberales», explica el autor del libro.

El obispo Nozaleda combatió la masonería

El obispo Nozaleda combatió con valentía y celo de pastor la masonería en Filipinas. Remitió varias comunicaciones a los sucesivos gobernadores generales de Filipinas en las que denunciaba las maniobras orquestadas por la masonería y el Katipunan (asociación secreta revolucionaria fundada por Andrés Bonifacio) para impedir el culto católico, amedrantar a los párrocos rurales y realizar toda clase de actividades tendentes a descristianizar al pueblo filipino por medio de hojas impresas y folletos heterodoxos, en que son atacados con estilo procaz los misterios de la Religión, y por varias maneras injuriados sus ministros.

En el libro, se relata cómo los masones españoles nunca se lo perdonaron y cuando fue preconizado para ocupar la prestigiosa sede Valentina, decidieron saldar cuentas, acusándole de traidor y de connivencia con el enemigo.

Hoy la historiografía más solvente no pone en duda el papel destacado que tuvo la masonería en relación con la independencia de las Filipinas. Tal vez, no fuera el factor determinante, pero si uno de los principales que contribuyeron a ello. Y ahí están las fuentes para corroborarlo ya que como dijo el historiador británico Eric Hobsbawm: «la historia mala no es historia inofensiva. Es peligrosa», apunta Vicente Escrivá.

Su defensa en el Tribunal Supremo

Nozaleda, a pesar de defenderse en el Tribunal Supremo por todas las calumnias contra él, (que ganó el juicio) no pudo tomar posesión de su título y nunca llegó a pastorear la archidiócesis de Valencia.

Para evitar mayores complicaciones políticas, Nozaleda presentó la renuncia el día 15 de mayo de 1905 y fue aceptada inmediatamente. El papa san Pío X, alabó su gesto y le nombró arzobispo titular de Petra, y el padre dominico pudo ejercer la docencia en el Convento de santo Tomás de Ávila y luego en el del Rosario de Madrid, donde murió como arzobispo de Petra. Fue senador por el Archidiócesis de Valencia en la legislatura de 1922-1923.

Pisar tierras valencianas

El libro de Escrivá también cuenta cómo tuvo la oportunidad de pisar tierras valencianas, con ocasión de las fiestas celebradas en 1923 por la coronación canónica de la Virgen de los Desamparados, sin que se produjera la más mínima protesta por su presencia en la ciudad.

Años más tarde, el propio conde de Romanones escribió: «Pasados los años, veía pasear con frecuencia a Nozaleda por las frondas más solitarias del Retiro; al descubrir su porte altivo y su blanca estameña, recordaba aquellos días de tempestad parlamentaria donde tan mal tratado fue». 

El anillo de Alfonso XIII

Al morir en 1927, a los ochenta y dos años, llevaba puesto el anillo que le regaló Alfonso XIII cuando fue preconizado arzobispo de Valencia. Uno de los primeros en visitar su capilla ardiente sería el que fuera Gobernador militar de Filipinas, el capitán general Valeriano Weyler, acompañado de sus hijos. 

Ni siquiera pudo descansar en paz. La desgracia le persiguió hasta su tumba. Quiso ser enterrado junto a su querido y venerado maestro el cardenal Ceferino González, en el convento de Ocaña. Al comienzo de la Guerra Civil española su sepultura fue profanada, perdiéndose sus restos mortales y el recinto conventual quedo convertido en garaje y taller.

Prólogo del libro por don Antonio Cañizares

El libro está prologado por el arzobispo emérito de Valencia, don Antonio Cañizares, que dice así: «La biografía del dominico Fr. Bernardino Nozaleda Villa (san Andrés de Cueña, 1844 – Madrid, 1927), como la de otros personajes eclesiásticos a caballo entre los siglos XIX y XX, es una historia constante de superación personal y pastoral al servicio de la Iglesia.

A caballo entre España y Manila y dedicado a la docencia, León XIII le nombró en 1889 arzobispo de Manila, donde desempeñó una gran labor pastoral visitando la diócesis, contrarrestando los ataques a la Iglesia de la prensa anticlerical y llevando a cabo una importante acción humanitaria, especialmente con el asedio de Manila por la armada americana. Esta situación delicada que vivía la isla le llevó a pedir la renuncia, que le fue aceptada por Roma en 1902 y, aunque fue propuesto para arzobispo de Valencia, una feroz campaña contra su nombramiento y las acusaciones injustificadas de haber colaborado con los americanos en la perdida de Filipinas, le llevaron a presentar de nuevo la renuncia en 1905, nombrándole el Papa en compensación arzobispo titular de Petra. De nada valieron las protestas y el apoyo del cardenal de Toledo beato Ciriaco María Sancha, arzobispo que fue también de Valencia».


Marta Santín, periodista especializada en información religiosa.

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